Men in Black cumple a los 25 años: ¿Cómo el éxito de ciencia ficción convirtió a Will Smith en la mayor estrella de su época?

La película convirtió a Will Smith en uno de los actores más cotizados a principio del 20004 min


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Si Steven Spielberg se hubiera salido con la suya, «Men in Black» habría sido un peldaño muy importante en la carrera de Chris O’Donnell.

El cineasta, encargado de producir la comedia de ciencia ficción que se estrenó el 2 de julio de 1997, pensó que el papel del Agente J estaba hecho a la medida del prometedor actor. Aunque la idea de que O’Donnell formara equipo con Tommy Jones puede parecer ridícula ahora, en aquel momento tenía sentido. Al fin y al cabo, la estrella de O’Donnell estaba en su apogeo a mediados de los 90, impulsada por sus sonados papeles en «Scent of a Woman» y «Mad Love», y aún no se había estrellado contra la tierra por el desastre que supuso «Batman & Robin».

Con información de Variety

Sin embargo, el director de la película, Barry Sonnenfeld, no estaba de acuerdo en que el saludable y apuesto O’Donnell fuera el adecuado para el joven agente. En una cena con O’Donnell, ordenada por Spielberg, en la que se pretendía convencer al actor para que firmara, Sonnenfeld le ofreció una propuesta subversiva.

″Le dije a Chris que no era un buen director y que no creía que el guión fuera muy bueno y que si tenía otras opciones, no debería hacer ‘Men in Black'», recordó Sonnenfeld al Huffington Post en 2017. «Hizo saber al día siguiente que no estaba interesado».

Una inmersión profunda en los archivos de Variety revela que el hecho de aprovechar a la persona adecuada para ponerse las emblemáticas Ray Bans del Agente J retrasó la producción de «Men in Black». Jones, que interpretaría al Agente K, el agente gubernamental encargado de vigilar a la población alienígena secreta del mundo, ya había sido contratado, pero los productores de la película aún no habían encontrado a su J. En un artículo del 5 de agosto de 1995, Variety informaba de que la película «…que iba a salir ante las cámaras antes de fin de año, aún no tiene un segundo protagonista». Otras malas ideas que se rumorea que estuvieron en liza para ser el compañero de Jones son David Schwimmer, que lo rechazó para dirigir una película hecha para la televisión.

Pero Sonnenfeld siempre pensó que Smith tenía la combinación adecuada de humor y carisma para aportar algo de chispa a la película. Además, el actor acababa de pasar de la fama de la comedia «El Príncipe de Bel Air» al estrellato cinematográfico con «Bad Boys», un thriller de acción producido por el mismo estudio de «Men in Black». El 25 de septiembre de 1995, Variety informó de que Smith se había unido al reparto, y por un precio de 5 millones de dólares.

Smith, según el artículo, tenía una relación con los patrocinadores de «Men in Black», Columbia Pictures, que «…se consolidó con el éxito de taquilla de ‘Bad Boys'». El artículo continuaba diciendo que Smith dejaría «Men in Black» para empezar a rodar «Bad Boys II», una predicción que resultó ser poco realista, ya que esta última película no acabó llegando a las pantallas hasta 2003, casi ocho años después.

Esos 5 millones de dólares, que en su momento llamaron la atención, acabaron pareciendo una ganga después de que la siguiente película de Smith, «Independence Day», dominara la taquilla cuando se estrenó el 3 de julio de 1996, lo que le propulsó a la lista A de Hollywood. Cuando «Men in Black» se estrenó durante el mismo fin de semana festivo de 1997, la reputación de Smith estaba asegurada, así como su estatus de «Rey del 4 de julio». El aniversario de la independencia de Estados Unidos acogería éxitos de Smith como «Hancock» y «Men in Black II», así como algún que otro bombazo en «Wild Wild West». Por si fuera poco, Smith no sólo contribuyó a atraer al público a «Men in Black» con su actuación, sino que también fue el responsable de su contagiosa canción principal, un éxito en las listas de éxitos que fue positivamente omnipresente en la radio y la MTV ese verano (dos formas de acceder a la música que no han envejecido tan bien como la película).

Volver a ver a Smith en «Men in Black» es ver ese inefable factor «it» que marca la diferencia entre un actor con talento y una estrella de cine. Al fin y al cabo, hay muchos grandes actores y sólo un puñado de intérpretes de primera fila, y no siempre es fácil entender la alquimia que se necesita para lograr el tipo de presencia en la pantalla que hace que los asientos se llenen de gente. Pero en «Men in Black», Smith lo tiene a raudales. Se puede ver en la emocionante secuencia de persecución en la que Smith persigue a un adversario inusualmente ágil por las calles de Nueva York hasta el tejado del Guggenheim, así como en las bromas de pareja que es capaz de hacer con Jones (que nunca ha sido el coprotagonista más fácil, como puede atestiguar Jim Carrey). Y también porque en lugar de ser un héroe de acción con esteroides en el molde de anteriores protagonistas como Arnold Schwarzenegger o Sylvester Stallone, Smith tuvo el buen sentido de basar sus personajes en algo parecido a la realidad.

«Todo ese rollo de superchico, el supermacho que salta delante de una bala sólo para ser duro, no es realmente atractivo», dijo Smith a Newsweek mientras promocionaba «Men in Black». «Es más atractivo cuando se agacha».

El atractivo de Smith, como el de la mayoría de las estrellas de cine, se ha atenuado en una época en la que la propiedad intelectual preestablecida y los superhéroes son las nuevas estrellas. Parte de ello es atribuible al cambio de gustos, y otra parte es culpa del propio Smith. Hubo demasiados proyectos de vanidad poco cocidos, como «After Earth» y «Collateral Beauty», y no hubo suficientes películas como «King Richard» que ampliaran los parámetros de su personaje en la gran pantalla. Por no hablar de la bofetada del Oscar, que en un instante puso en peligro toda la buena voluntad que Smith había establecido durante décadas en el ojo público. Fue un momento de extraordinaria ilusión y derecho del que quizá nunca se recupere del todo.

Pero hace 25 años, cuando «Men in Black» llegó a los cines, todos esos triunfos y desastres seguían esperando a desarrollarse frente a Smith. Lo que había por delante era una posibilidad, y eso es algo emocionante de presenciar en el celuloide.

Era un futuro tan brillante que había que llevar gafas de sol.


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