Por primera vez en la historia de la Gala MET, todas las hermanas Kardashian-Jenner estaban invitadas al evento. Pero sin duda, la que se robó las miradas en esta edición fue Kim Kardashian, que volvió a ser el tema de conversación de este año.
La empresaria lució el icónico vestido que llevó Marilyn Monroe en 1962. Y no se trata de ninguna recreación, sino de la misma pieza con la que la rubia cantó hace sesenta años al entonces presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, su famoso ‘cumpleaños feliz’.
Pero llegar a lucir esta pieza histórica no ha sido tarea fácil para Kim Kardashian, que ya en otras ediciones ha hecho posible lo imposible para deslumbrar en la alfombra roja del Museo Metropolitano de Nueva York. Solo hay que recordar aquel Thierry Mugler que lució en 2019 y con el que apenas podía respirar y mucho menos sentarse.
Ahora, ha tenido que ponerse a dieta y bajar 16 libras (alrededor de 7 kilos) para poder lucir esta pieza de museo que a día de hoy es el vestido más caro jamás vendido en una subasta (4,8 millones de dólares), y convertirse así en la primera persona en usar este diseño después de que lo llevase Marilyn.
«Me ponía un traje de sauna dos veces al día, corría en la cinta, me quité por completo el azúcar y los carbohidratos y solo comía verduras y proteínas sanas», confesó Kim a Vogue.
Para recrear este look, Kim se tiñó el pelo de rubio platino y se lo recogió en un moño alto. Además, no se puso ninguna joya llamativa, solo unos pendientes sencillos, para así darle todo el protagonismo al vestido de corte sirena de color nude y cubierto con pedrería.
Para esta velada tan especial, Kim estuvo muy bien acompañada por su novio, el humorista Pete Davidson, con el que debutó unos días atrás como pareja en otra alfombra roja, la de la Casa Blanca.
Este nuevo look para la historia de la Gala MET de Kim Kardashian llega después de que el año pasado ocultase su rostro en un look de Balenciaga negro con el que apenas podía ver. Desde luego, la socialité es toda una fashion queen.