Meghan Markle y el príncipe Harry están a poco más de quince días para protagonizar una de las bodas más esperadas, no solo de este año sino, posiblemente, de la década. La actriz y el nieto de la reina Isabel II siguen cumpliendo con el ritual que todo enlace precisa: revisar el menú, organizar las mesas de invitados, decidir quien está en la lista y quien no, la nada sonora de la boda… Y mientras tanto, en torno suyo, se van puliendo todos los detalles para que no haya ningún problema ni ninguna sorpresa que pueda dar al traste con las expectativas creadas.
Una de las cosas que más temen los novios, además de que alguien se pueda presentar en el último momento justo cuando el sacerdote dice aquello de “Si alguien tiene algo que decir…” es el tiempo. El atmosférico, se entiende. Un mal día puede echar por tierra la boda más pintona, y si no que se lo pregunte a Letizia y Felipe VI que el día que contrajeron matrimonio llovió lo que no ha llovido en Madrid en años.
Los británicos conviven con la lluvia. Eso es un dato objetivo. De hecho la media de días lluviosos en el Reino Unido es de 130 aproximadamente. Es decir, que llueve uno de cada tres días. Tal vez por eso, previsores como son, desde la casa real británica se ha dispuesto que haya dos carruajes preparados para ese día: uno con capota y el otro descapotable.
La pareja se ha encargado personalmente en seleccionar los carruajes que querían usar ese día tan especial. Para ello visitaron las caballerizas reales del Palacio de Buckingham donde eligieron el Ascot Landau que les llevará desde la Capilla de San Jorge en el Castillo de Windsor hasta las principales calles de la localidad.
El coronel de Toby Browne, que dirige las caballerizas reales, dijo que el tipo de carruaje elegido es uno que Harry conoce bien, ya que dos Landaus fueron utilizados en el paseillo que Guillermo y Kate protagonizaron tras su boda en 2011. “Es un carruaje pequeño y hermoso, construido en 1883, accesible a la gente que puede ver a los pasajeros con facilidad al tiempo que espacioso para que vayan cómodos” ha explicado Browne al Brimingham Live.
En caso de que el tiempo no acompañe el día de la boda, la opción elegida por la pareja es un carruaje construido en 1830 que sufrió una modificación en 1969 creando un techo de grandes ventanas para permitir que los espectadores que se congreguen en el recorrido puedan ver a los recién casados.
La procesión del carruaje comenzará a la una aproximadamente, después de la ceremonia nupcial, con los recién casados conducidos a lo largo de Castle Hill, hacia el centro de la ciudad de Windsor antes de regresar a lo largo del famoso Long Walk para la recepción y el inicio el convite.