Boris Izaguirre y la mujer que siempre quiso ser [Especial]

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[dropcap]D[/dropcap]ebo reconocer, entre otras cosas que he reconocido en la vida, que conocer a Boris Izaguirre ha sido una de las experiencias más brutales que he vivido, por extremadamente buena, quiero decir. Primero, corroborar su estatura de más de uno ochenta (no sabría decir exactamente cuánto) y la estela de plumas que deja por donde pasa…

Fue la noche del lunes, 4 de mayo de 2015, en el Hotel Marriott de Caracas. Había una aglomeración de gente del medio, artistas y periodistas, que lo esperaban para escucharle presentar su más reciente novela: Un jardín al norte. Como soy seguidor de lo que escribe, más de lo que hace en televisión, me llevé todos los ejemplares de libros suyos que tengo: Villa Diamante, Y de repente fue ayer, Dos monstruos juntos (mi favorita) y la susodicha Un jardín al norte.

Llegó al gran salón, como una revelación divina, directo a saludar a sus amigas de muchos años, Maite Delgado y Titina Penzini, y luego concedió algunas entrevistas pre-agendadas para medios televisivos nacionales. Yo y mis acompañantes estábamos sentados hacia una esquina de la tarima ante el backing con la imagen de su libro, justo diagonal a la cámara de Globovisión para la cual reportaba el colega Orlando Suárez.

Boris
Boris Izaguirre – Un Jardín Al Norte

Boris se acercó a nuestro puesto (por cosas del destino, creo yo), miró mi torre de libros suyos y dijo, visiblemente sonriente: “¡Ay, pero cuántos libros habéis traído!” Había olvidado que, si bien es venezolano, tiene una manera castellana de hablar, y es que ha vivido por más de veinte años en España, concretamente desde 1992, cuando el éxito internacional de telenovelas como La dama de rosa, Rubí Rebelde (para las que fue guionista), y el primer Golpe de Estado de Hugo Chávez, lo invitaron a emigrar.

Creo que, tanto como la forma afeminada de bajar las escaleras del Poliedro de Caracas, su forma de hablar (con las ces pronunciadas como zetas, o usando el “vosotros” en lugar del “ustedes”), ha resultado chocante para los venezolanos, pero más aún, creo que lo que ha resultado más chocante es que un hombre de su naturalidad e inteligencia le deba su éxito al público de otro país y no al de su país natal.

El personaje que no conocían (ni conocen)

Muchos compatriotas, la mayoría, no sabían quién era Boris Izaguirre hasta que lo vieron animando el Miss Venezuela 2009. No sabían que era un escritor, que había sido el primer venezolano en su momento en llegar como finalista de un premio literario tan importante a escala global como lo es el Premio Planeta, con su novela Villa Diamante (2007).

No sabían que había conducido un late show de mucho éxito en España llamado Crónicas Marcianas (transmitido por Telecinco), desde su primera aparición (hablando del pelo malo de Mónica Lewinsky) en 1999, hasta el final del programa en 2005, en el cual hizo de todo: travestirse, desnudarse (mostrando su miembro de pequeño tamaño y su culo hairy), gritar, bailar y todo tipo de payasadas.

No sabían que en ese mismo programa, durante una discusión sobre el programa Gran Hermano, se besó con Jaime Bayly (quien iba a ser golpeado por un tertuliano histérico) y que ese beso causó mucho revuelo en toda Latinoamérica.

No sabían que es un hombre que habla y practica abiertamente sus promiscuidades en televisión internacional a pesar de que desde hace más de veinte años está emparejado con el arquitecto e interiorista, Rubén Nogueira, con quien contrajo matrimonio en 2006 en celebración de la entonces recién aprobada ley del matrimonio entre personas del mismo sexo y con quien asegura tener éxito matrimonial.

Tampoco sabían que ha escrito once libros, entre novelas y ensayos; que es y ha sido columnista de publicaciones tan respetables como el diario El País, la revista Look Caras, Vanity Fair, entre otras; y que incluso ha dictado conferencias literarias, entre las que destaca una en particular sobre la vida y obra del Premio Nobel de Literatura estadounidense, Ernest Hemingway.

Fascinación por las mujeres

Cuando subió al escenario, acompañado por Marianella Salazar, habló con la naturalidad que lo caracteriza de Un jardín al norte como una novela para celebrar el hecho de ser mujer: “Lo primero que tuve claro cuando empecé a hacer esta novela es que la haría en primera persona, asumiendo que era una mujer, cosa que lamentablemente no soy (…) Yo creo que como mujer no hubiese sido tan exitoso como lo he sido como hombre, pero una de mis grandes virtudes es haber descubierto que es un fastidio no ser mujer, lo cual no quiere decir que me quiera volver Bruce Janner”.

Las risas en el público presente no eran lo usual de una presentación de un libro, que se supone es algo que requiere cierto nivel de seriedad. No obstante, Boris Izaguirre es un escritor que aún en la no-seriedad, es tomado en serio, y así lo comprueba su exhaustiva investigación sobre Rosalind Fox, la espía británica que protagoniza su libro.

A pesar de que su esposo Rubén le aconsejó no decirlo en público por ser una “mariconada”, contó que incluyó muchas características de sus amigas personales en este personaje, el cual está basado en alguien que realmente existió; de modo que mientras estamos leyendo Un jardín al norte, estamos leyendo a una Titina Penzini en potencia, o a una Maite Delgado, o a una Isabel Preysler, entre otras.

Anécdotas con mujeres vienen y van. Conoció a Titina en un ascensor en Nueva York, «ella llevaba unos sarcillos que eran un mono haciendo equilibrio. Iban de aquí a la puerta del ascensor, y ella estaba tan tranquila… Yo me acuerdo perfecto que nos quedamos mirando y yo le dije: “Tú eres Titina Penzini”, y ella me dijo: “Y tú eres Boris Izaguirre”, y éramos unos niñitos… Luego también como niñitos nos conocimos Maite yo…»

La animadora había asistido a los quince años a una reunión en la casa de los padres de Boris (Rodolfo Izaguirre y Belén Lobo), quienes para entonces eran importantes promotores de la cultura en Venezuela. La mamá de Boris le mostró la casa, viendo que ella era nueva en el grupo, y en un momento determinado, las dos se toparon con un Boris, también adolescente, coqueteando con otro muchacho. Maite le hizo “la segunda” a Boris distrayendo a Belén y desde entonces surgió una amistad entre ellos, a prueba de muchos años.

Y es que las mujeres han protagonizado la vida de Boris desde siempre, “empezando por mi madre, por supuesto”, tanto así que sus personajes literarios más representativos son femeninos.

Ana Elisa, la “hermana fea” de “Villa Diamante”, se lleva una anécdota particular protagonizada por la madre de Enrique Iglesias, Isabel Preysler: «Cuando salió la novela, ella (Isabel) me llamó para felicitarme —contó Boris en una entrevista que le hizo Jaime Bayly en 2008—. “Escuché que es una novela sobre dos hermanas”, me dijo, “y que una es fea y la otra es bonita… ¿Y a cuál de las dos le va mejor en la vida?”, me preguntó, y yo le respondí: “A la fea, Isabel”, y ella me dijo: “Ay, mi amor. Eso sólo pasa en las novelas”».

Rosalind, no “Rosalinda”

—Con los años, me he dado cuenta de que una de mis grandes dotes de seducción ha sido saber rodearme de mujeres inteligentes. Y ahora me ha tocado escribir sobre una mujer que hizo cosas muy valientes, como lo es Rosalind Fox…

Quizás un personaje fascinante del que la historia no habló mucho por estar en las sombras, Rosalind Fox cumplió un papel muy importante en la Segunda Guerra Mundial: «Hizo que, básicamente, la dictadura franquista no se uniera al bando de Hitler, que era algo que estaba a punto de pasar, y los británicos sospechaban que pasaría si la Guerra Civil (Española) la ganaban los franquistas, como en efecto fue. Entonces, claro, inmediatamente se puso en marcha todo un mecanismo y le pidieron a ella: “Tú tienes que espiar para nosotros y determinar hasta qué punto el franquismo apoyará a Hitler”, y ella lo hizo, enamorada del canciller».

Ese canciller (o Ministro de Asuntos Exteriores), ese personaje al que le tocó espiar, era Juan Luis Beigbeder, lacayo del dictador Francisco Franco, y de quien Rosalind se enamoró cuando tenía apenas diecinueve años y él cuarenta.

Escritor ante todo

Entre anécdotas de amigas y espías británicas, no perdió la oportunidad de pasarle factura a Marianella Salazar (mofándose) de la época en la que trabajó para ella como guionista: «O sea, que tú eres la que más me ha utilizado como empleado (…) Y me acuerdo perfectamente el día en que te conocí, que tú le dijiste a Soledad Mendoza: “Creo que a ese niño le di miedo”, y claro, cuando apareciste tú, tan súper increíble, con los ojazos y tal, yo dije: “Dios mío, ¿qué me va a pasar?”».

Eso ocurrió en la época de la revista Pandora, encartado dominical de El Nacional en los años ochenta, para el que Boris trabajó como entrevistador. Entonces, formaba parte de la bohemia literaria de Caracas, donde usó el pelo largo, alborotado y unos lentes como los que ahora usan los hípsters (algo muy distinto a su apariencia siempre chic de hoy) y conoció a artistas que hoy tienen renombre en la palestra nacional, en especial a José Ignacio Cabrujas.

—José Ignacio me dijo —contó Boris en una reciente entrevista que le hizo Carlos Mata en Miami—: “Te voy a ofrecer aprender un oficio con el que nunca más dependerás de una beca del Ministerios de la Cultura”, y yo le dije: “¡Hecho!”.

Pero para entonces, y como se le había inculcado a los escritores de la bohemia, la televisión era un género al que él le tenía animadversión. Se piensa que un intelectual no puede escribir para las masas, sino para sí mismo y su abstracción, algo que no da cabida a telenovelas o novelas de géneros comerciales. Pero Boris se atrevió, así como lo hizo Cabrujas en su momento, y comenzó a trabajar como guionista en La dama de rosa (1986), una versión libre de Los Miserables de Víctor Hugo, protagonizada por Carlos Mata y Jeannette Rodríguez, y producida por Radio Caracas Televisión.

Justo antes de irse a España, en el año 1991, publicó El vuelo de los avestruces, novela que causó su despido de RCTV debido a que se escapaba de las reuniones de producción de Rubí Rebelde (telenovela de 1989) para escribirla. Su siguiente novela, “Azul petróleo”, no vería la luz hasta siete años después, ya estando él radicado en Barcelona (España) y trabajando como guionista en Telecinco.

Historia patria

Por allá por los años del Tiffany’s, (la antigua Meca del ambiente LGBT caraqueño), se decía que a Boris lo rebotaron al intentar ingresar en shorts a esa popular discoteca, pero esto es un rumor que aún no ha sido corroborado. Lo que sí es cierto que apareció en Cállate Cicilia, el primer talk show de Carlos Sicilia transmitido por RCTV, y que fue la primera vez que compareció ante las cámaras, dando origen al monstruo (en el buen sentido de la palabra) que conocemos hoy.

Pocos recuerdan esas apariciones en Noche de Perros, por Televen, allá por el 2003 cuando hizo aquel comentario sobre Stayfree: “Yo entrevisté a Stayfree en una revista para la que yo escribí en alguna época y me quedé maravillado porque era la primera vez que veía a alguien más pequeño que yo y más marico que yo”.

Más que escritor, “socialité”

Aparte de sus amistades, entre las que se cuentan las mujeres ya antes mencionadas (y Miguel Bosé y Alejandro Sanz), la vida de Boris ha transcurrido entre eventos de la alta alcurnia ibérica y venezolana. Él se dice a sí mismo un sifrino, o “pijo” (como se le conoce a ese tipo de gente en España), y realmente se comporta como tal. Contó que conoció a los reyes Felipe y Leticia, la pareja más glamorosa de la realza europea, y que escribió una crónica de eso: “Creo que he escrito una crónica extraordinaria de mi almuerzo en el palacio real con los reyes (…)”

—¿Y qué te dijo Leticia? —preguntó Marianella Salazar.

—“¿Cómo estás?”

—Ay, pero qué aburrida.

—¡No…! Luego hablamos, lo que pasa es que tú esperas en un salón en el que están sirviendo jamón serrano y queso manchego, porque es todo español, y de repente se arma una cola, que tú podrías pensar que es para la leche o la harina, pero no, es para saludar a los reyes. Entonces cuando entras, el que primero te saluda es el rey, que te da la mano y no te lo crees (…), e inmediatamente saludas a la mujer. Eso me lo explicó perfectamente Preysler (Isabel): “Boris, por una vez, que alguien lo haga bien. Vamos a hacerlo bien”, y yo pensé: “Coño, la voy a cagar”. Entonces, coges la mano e inclinas levemente la cabeza, no demasiado… Entonces la reina me dijo: “¿Cómo estás?” y yo, que no pude aguantar, le respondí: “¡Encantado!”.

La política, ese mal “necesario”

Hizo suyas las palabras de Marianella Salazar de que sus descripciones de los espacios arquitectónicos en sus novelas eran muy buenas, y recordó esas épocas, no sólo las que vivió, sino las que no vivió: las épocas de Villa Diamante, la Caracas de los cincuenta, cuando Pérez Jiménez, la “Caracas que resurge siempre, porque es una gran ciudad, y porque es una ciudad que siempre transmite cosas estupendas (…) Como muchos de vosotros, he sido víctima de los asaltos y de la violencia, pero eso jamás ha mellado mi amor y mi admiración por la ciudad”.

Boris es un tío de izquierdas, sí, como todo el mundo hoy, que apoya las causas vanguardista, pero que no deja de tener cierto recelo hacia el izquierdismo radical, eso que llamamos “comunismo” pero que también pudiéramos llamar “social democracia nórdica” o “estado de bienestar español”. Quizás fue más de izquierdas antes, en su juventud bohemia, de lo que es ahora. Pero sea cual sea el caso, Boris ha eludido inteligentemente el tema de la política, diciendo y no diciendo a la vez, no diciendo perro pero mostrando el bozal.

Podemos deducir que es un detractor de la Revolución Bolivariana. El que Maduro lo haya llamado “espécimen” en una cadena de radio y televisión es una cosa que se viene gestando de hace mucho tiempo, desde que sintió que el Golpe de Estado de 1992 fue una señal para abandonar un país que se acercaba hacia una desgracia, o desde que dijo que Hugo Chávez había querido llegar a la presidencia para ser una estrella de televisión, cosas que eclosionaron en marzo de 2014, cuando en una visita a Venezuela se tomó una fotografía con unos guarimberos en Altamira y otra foto para la campaña Tu voz es tu poder, de la organización Un mundo sin mordaza.

Suele hacer bromas sobre los chavistas, pero a veces habla en serio, como en un video que se puede encontrar en YouTube de una intervención que tuvo en la Sexta Noche, donde sostiene un debate con Juan Carlos Monedero, el segundo al mando del partido Podemos (algo así como la sucursal del PSUV en España), en el que básicamente expone su disgusto ante los ataques contra la libertad de expresión que se suscitan en Venezuela.

Asimismo, criticó en su momento la corrupción de la corona española, la cual ha dado de qué hablar por escándalos diversos, como el del Rey Juan Carlos y sus viajes a África para cazar elefantes junto a la princesa Corina de Alemania, o el famoso Caso Nóos, que involucró a la Infanta Cristina de Borbón y a su marido, Iñaki Urdangarín. Estos temas inspiraron su novela “Dos monstruos juntos”.

—Aunque el tiempo pase —dijo durante la presentación en el Marriott—, aunque las décadas se superen, aunque las guerras terminen, las cosas siempre siguen siendo de alguna manera iguales, y se repiten. Yo creo que nosotros (los venezolanos) estamos viviendo una repetición de algo. No estábamos tan de acuerdo con que eso pasara, pero está pasando… Pienso que, en el caso de España, tuvo un momento de riqueza y esplendor, y de repente volvió a la pobreza de la que tanto le costó salir (…) Yo siempre he pensado que los ciclos se repiten para fortalecer. A lo mejor es una bobada pensar de esta manera, pero es como pienso.

El final de una velada

Recordé la anécdota que había contado sobre la cola para saludar a los reyes de España, básicamente porque aquella noche en el Marriott, había también una cola larguísima, como la de Mercal, pero para obtener su autógrafo.

Cuando llegué a él, le puse los cuatro libros sobre la mesa y le dije: “Boris, perdóname por ponerte en este trote”, y él me dijo: “No, pero si no hay ningún problema. ¿Por cuál empezamos?”

Esa noche especial no sólo nos llevamos nuestros libros autografiados a casa, sino también la dicha de haber conocido a un personaje que, más allá de sus descensos por la escalera del Poliedro de Caracas o por sus travestismos junto a Daniel Sarcos en las calles de Miami, será recordado como aquel intelectual era bastante escandaloso, una especie de Lord Byron u Oscar Wilde del siglo XXI, pero que dejó unos libros estupendos.

Por Nixon Piñango


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