Confirmado: Los diamantes espaciales existieron en un antiguo planeta enano

Los científicos han confirmado la existencia de diamantes hexagonales raros e increíblemente duros en el espacio, lo que podría revolucionar la industria tal y como la conocemos.2 min


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Se ha encontrado de forma concluyente una rara forma hexagonal de diamante en el espacio, situada en el manto de un antiguo planeta enano. Los científicos han teorizado recientemente que podrían llover diamantes en los planetas helados, pero con este nuevo avance, parece claro que nuestra galaxia está más enjoyada de lo que se sabía. Estos nuevos diamantes espaciales difieren drásticamente de los encontrados en la Tierra, y tienen el potencial de ofrecer un modelo para diseñar y crear nuevas técnicas de fabricación.

A pesar de su valor y conveniencia, los diamantes no son particularmente raros en la Tierra, pero es probable que sean aún más abundantes en el espacio. La mayoría de los diamantes que se cree que proliferan en el espacio son conocidos como nanodiamantes, que son tan pequeños que no pueden verse a simple vista. La NASA también ha encontrado planetas tan ricos en carbono que podrían estar formados en su mayor parte por diamantes y sílice, y estrellas que se queman para convertirse, esencialmente, en cristales estelares de gran tamaño. El diamante Enigma, un enorme diamante negro, puede haber sido creado por el impacto de un meteoroide que colisionó con la Tierra o simplemente haber sido transportado hasta aquí por ese meteorito. Este tipo de gemas espaciales tienen una gran demanda, como demuestra el hecho de que Enigma se vendiera en una subasta por 4,3 millones de dólares a principios de este año. Sin embargo, para la gran mayoría de estos diamantes extraterrestres, las teorías sobre su origen siguen siendo controvertidas, y las muestras para estudiar en la Tierra son escasas.

Ahora, en un nuevo estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), los científicos han demostrado que la lonsdaleíta, o diamantes con estructura hexagonal, se forma de forma natural en la naturaleza. El equipo de investigadores identificó los cristales de lonsdaleíta en meteoritos de ureilita procedentes del manto de un planeta enano que posteriormente fue destruido, pero que probablemente se encontraba en nuestro propio sistema solar interior. Si bien los diamantes octaédricos comunes son la sustancia más dura que se conoce en la naturaleza, los diamantes hexagonales pueden ser aún más duros, un avance que será de gran interés para una gran variedad de industrias.

Una nueva técnica para fabricar diamantes

El estudio también detalla cómo se formó probablemente la lonsdaleíta, lo que ofrece una idea de cómo podría reproducirse el proceso en tierra. Dougal McCulloch, uno de los investigadores principales del estudio, señaló que «hay pruebas sólidas de que existe un proceso de formación recién descubierto para la lonsdaleíta y el diamante normal, que es como un proceso de deposición de vapor químico supercrítico que ha tenido lugar en estas rocas espaciales, probablemente en el planeta enano poco después de una colisión catastrófica». Los cristales de lonsdaleíta resultantes tienen un tamaño de hasta una micra, más fino que un cabello humano, y son excepcionalmente duros. Si los científicos pueden recrear el proceso en un laboratorio, podría beneficiar a la industria minera tanto en la Tierra como en el espacio. El equipo cree que la lonsdaleíta sintética podría utilizarse para fabricar piezas de maquinaria minúsculas y ultraduras.

En los próximos años está previsto que regresen a la Tierra varias misiones interesantes, cada una de ellas con muestras de lugares del espacio hasta ahora inexplorados, que los expertos esperan que conduzcan a más descubrimientos como éste. Se prevé que el año que viene lleguen muestras del asteroide Bennu y de Marte, seguidas rápidamente por materiales de partes de la Luna que históricamente han sido inaccesibles. A medida que la exploración espacial entra en su renacimiento, las misiones de descubrimiento pueden contribuir no sólo a nuestra comprensión del universo, sino al avance de nuestras habilidades tecnológicas.

Fuente: PNAS, Universidad RMIT


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