La trágica vida de Pedro Pascal, el actor de “The Last of Us” ??

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Pedro Pascal, reconocido actor chileno que interpreta a Joel Miller en «The Last of Us», aún no puede creer que tantas personas lo reconozcan y lo admiren, ya que su historia de éxito en la pequeña y gran pantalla se remonta a partir de sus 40 años de edad.

Previo a esto, su vida podría definirse como «trágica». Entre los hechos más emblemáticos de su historia, destacan el exilio, con tan solo seis meses de nacido, de su natal Chile, durante la caída del régimen del socialista Salvador Allende; los escándalos por presunta evasión de impuestos de la clínica de fertilidad de su padre en Estados Unidos; y el suicidio de su madre.

De acuerdo con Infobae, Verónica Pasca fue la madre de Pedro, una psicóloga infantil que, junto a su esposo, el médico especialista en fertilidad José Balmaceda Riera, militó activamente por el socialismo de Salvador Allende a principios de los 70. Las razones eran ideológicas y de sangre, ya que su primo, Andrés Pascal Allende, era sobrino directo del presidente derrocado el 11 de septiembre de 1973 y secretario general del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR). Los Balmaceda Pascal también eran miembros del MIR.

Tras el sangriento golpe de Augusto Pinochet, Pascal Allende se escondió en la casa de su prima. En ese momento, absolutamente, toda la familia era parte de la lista negra de la dictadura. Por ello, los padres de Pedro pidieron asilo político en la embajada de Venezuela, pero tuvieron que dejar con la hermana de José a sus dos hijos, que aún usaban pañales.

Por entonces, Javiera tenía tres años y José Pedro apenas tenía seis meses. Pedro fue bautizado por sus tíos y abuelos sin la presencia de sus padres.

Según ha comentado el mismo Pascal, finalmente, lograron exiliarse en Dinamarca con sus hijos, en enero de 1976. Tras un tiempo, se movieron a San Antonio, Texas (Estados Unidos).

La polémica

Los Balmaceda Pascal se mudaron a Orange County, California, donde el padre montó una clínica de reproducción asistida junto a otros dos médicos: el chileno Sergio Stone y el argentino Ricardo Asch. Esto les permitió labrarse un espacio acomodado en la sociedad.

Cuando Pedro comenzó a ser víctima de bullying en la secundaria, su madre Verónica lo inscribió en una escuela secundaria artística.

«Mi madre siempre me brindó un apoyo increíble y sentí que sabía algo que yo no. Nada de mi éxito sería real si no fuera por ella«, dijo, hace unos años, a People.

Acababa de graduarse y se había instalado en Nueva York para estudiar en la Tisch School of the Arts cuando se desató el escándalo: en 1995, el diario local The Register reveló que los doctores Asch, Stone y Balmaceda habían tomado sin consentimiento óvulos de mujeres en tratamiento para usarlos en la fertilización de otras pacientes que luego tuvieron hijos de esos óvulos.

Al menos quince nacimientos vivos resultaron de esas transferencias indebidas y otras tantas mujeres sufrieron pérdidas. La clínica fue acusada de fraude y terminó por cerrar.

A punto de ser procesado, Balmaceda huyó con su mujer y sus hijos de regreso a Santiago. Todos menos Javiera y Pedro, que se quedaron estudiando en Nueva York.

El suicidio

Con la democracia nueva en Chile, la familia volvía a vivir prácticamente en la clandestinidad. Los esposos Balmaceda tenían graves problemas que finalizaron en su separación y, aunque Verónica intentó arreglárselas por su cuenta, en 2000 decidió poner fin a su propia vida.

Fue por ella que Pedro adoptó el apellido Pascal: era un homenaje, afirmó, ppero también un modo de no lidiar con la carga involuntaria de un apellido que estaba «manchado» en Estados Unidos.

«Las circunstancias de la muerte de mi madre hicieron muy duro para nosotros mantener su recuerdo como la persona que era. Es que duele tanto. A veces, me siento angustiado y trato de enfrentarlo de la mejor manera posible, porque sé que a mi madre no le gustaría que yo lo hiciera de otra manera. Fue el amor de mi vida. Pienso en ella todos los días. Como no rezo, no puedo decir que tengo una práctica para sentirla cerca, pero vivo para ella aunque se haya ido. Eso me hace sentido», dijo, luego, en una entrevista.


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@iVictorGonzalez #Farandictor